

En los últimos días las redes sociales explotaron con la nueva función de Chat GPT: transformar cualquier foto en una escena del universo de Hayao Miyazaki. En cuestión de segundos, miles de usuarios comenzaron a experimentar con la herramienta convirtiendo cualquier foto al estilo de estudio Ghibli.
Según el CEO de OpenAi, Sam Altman, puso a prueba la infraestructura de OpenAI, al punto de que tuvo que realizar un insólito pedido: frenar la producción masiva de imágenes porque su equipo necesitaba “dormir”.
La icónica pelea entre Viale y Samid, al estilo Ghibli.
Las capacidades del modelo GPT-4o para generar imágenes con la estética Ghibli generaron tal demanda que Altman decidió intervenir personalmente. En su cuenta de X (antes Twitter), escribió:
“¿Pueden, por favor, calmarse con la generación de imágenes? Esto es una locura, nuestro equipo necesita dormir”.
Su mensaje se volvió viral de inmediato y recibió miles de respuestas debido al masivo impacto de esta tendencia que, al parecer, sobrecargó los servidores de la empresa.
Ante la respuesta de un usuario sugiriendo que cambie de equipo, respondió:
“No, gracias. Además de construir AGI, este equipo está en camino de crear el sitio web más grande del mundo desde un arranque en frío hace 2,33 años. Es el mejor equipo del mundo, solo que es difícil”.
La famosa escena de Federico D'elia en Los Simuladores al estilo Ghibli.
En pocos días, la función de generación de imágenes al estilo Ghibli pasó de ser una simple curiosidad a un fenómeno global. Hasta el Inter Miami hizo a Lionel Messi con ese diseño.
— Inter Miami CF (@InterMiamiCF) March 31, 2025
Según OpenAI, el tráfico masivo provocó una carga sin precedentes sobre las GPU encargadas de procesar las imágenes.
“Es divertidísimo ver a la gente disfrutar de las imágenes en ChatGPT. Pero nuestras GPU se están derritiendo”, comentó la compañía.
Ante la creciente demanda, OpenAI implementó límites temporales en la velocidad de generación de imágenes para evitar un colapso mayor. Aunque la fiebre Ghibli no muestra signos de desaceleración, la inteligencia artificial sigue enfrentando los desafíos de su propia popularidad.