

Este 8 de mayo el mundo fue sacudido por una noticia histórica: el sacerdote Robert Prevost, de origen estadounidense y nacionalidad peruana, fue elegido como nuevo papa bajo el nombre de León XIV. Pero pocos saben que este hombre, hoy al frente de la Iglesia Católica, pisó suelo platense hace más de una década, en un momento clave para su gran amigo, el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Alberto Bochatey.
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El Arzobispo auxiliar de La Plata, monseñor Bochatey, es amigo de León XIV.
“Yo fui el culpable de que viniera a la Argentina”, recuerda Bochatey entre risas. La anécdota se remonta a marzo de 2013, cuando fue ordenado obispo auxiliar en una ceremonia celebrada en la Catedral de La Plata. En ese entonces, Prevost era el Prior General de la Orden de San Agustín -la máxima autoridad de la congregación- y accedió a viajar especialmente desde Roma para acompañar a su hermano en la fe.
“Somos agustinos y estudiamos juntos en Roma cuando éramos jóvenes sacerdotes haciendo las especialidades. Nos conocemos de los años 80 más o menos en adelante. Y luego hemos hecho muchas tareas en conjunto”, relató Bochatey, emocionado por la reciente elección papal.
Aquella visita de Prevost no fue una simple escala protocolar. Se trató de un gesto de cercanía profunda. Según el medio La Nación, participó activamente de la misa, impuso sus manos sobre Bochatey en el rito de ordenación y se sumó a la celebración junto a 38 obispos, el nuncio apostólico Emil Paul Tscherrig y más de 140 sacerdotes de todo el continente. Fue un momento íntimo pero cargado de simbolismo, apenas cuatro días antes de que el cardenal Jorge Bergoglio se convirtiera en el papa Francisco.
El Papa León XIV en la Catedral de La Plata, año 2013.
Durante ese mismo viaje, Robert Prevost también estuvo junto a su amigo Bochatey en la Iglesia San Agustín, en el barrio porteño de Palermo, donde compartió un momento con la comunidad agustina.
Robert Prevost a la derecha de Bochatey en la Iglesia San Agustín de Palermo, año 2013.
Bochatey lo describe como un líder espiritual cercano y sencillo. “Hasta hace poco, cuando terminaba de trabajar en el Vaticano, comía en la comunidad agustina y hasta ayudaba a levantar la mesa”. Pero también revela una faceta más terrenal de León XIV: “Le gustaba mucho manejar. Fue un gran piloto, un Colapinto”, dice con picardía, comparándolo con el joven talento argentino del automovilismo.
Además de su vocación pastoral, Prevost tiene gustos sencillos y bien humanos: disfruta del ping-pong, de compartir una pizza y de largas charlas entre amigos. “Además de un líder espiritual, es un hombre de carne y hueso. Es honesto, sin dobleces, y un gran amigo”, resume el obispo platense.
La visita de Prevost a La Plata hoy cobra otro sentido. Aquel hombre que pasó casi desapercibido en marzo de 2013 por las calles de la ciudad es hoy León XIV, cabeza de la Iglesia universal. Y su conexión con América Latina -desde Perú, donde fue misionero, hasta Argentina- se vuelve un eje clave de su pontificado.
Sumada a esa visita, en el año 2004 Robert Prevost inauguró la Biblioteca Agustiniana en el barrio porteño de Villa Pueyrredón. En esa misma visita conoció a Jorge Bergoglio en el Congreso Agustiniano de Teología. También hay registros de que visitó las provincias de Tucumán y Catamarca.
Prevost y el monseñor Mario Poli, quien luego sería nombrado arzobispo de Buenos Aires en la Biblioteca Agustiniana, año 2004.
Desde el Arzobispado de La Plata no tardaron en saludar al nuevo Papa con un comunicado lleno de gratitud y alegría. Este domingo 11 de mayo, Día del Buen Pastor, se celebrará una misa en la Catedral en acción de gracias.
Mientras tanto, en la memoria de quienes compartieron aquel día histórico en Plaza Moreno, resuena la imagen de un líder que, incluso antes de portar el anillo del pescador, ya dejaba huella en la comunidad platense.