

Con cada convocatoria de Lionel Scaloni, el juego es siempre el mismo: entre tantas figuras consagradas, todos buscan descubrir a la sorpresa. Esta vez, el foco parecía estar en nombres como Franco Mastantuono, Kevin Lomónaco y Juan Ignacio Nardoni. Pero el entrenador campeón del mundo tenía una carta guardada: Mariano Troilo, defensor central de Belgrano de Córdoba.
El anuncio rompió todos los esquemas. Troilo no solo está fuera del radar mediático, sino que nunca integró una categoría juvenil del seleccionado argentino. Y, sin embargo, fue elegido por Scaloni para sumarse a la doble fecha de Eliminatorias. Con 21 años, será el segundo debutante más joven de la lista, solo detrás de Mastantuono (17).
El camino hasta aquí no fue fácil. Troilo debutó como profesional en 2023, pero su carrera enfrentó las críticas antes que los elogios. A comienzos de 2024, un error suyo ante Athletico Paranaense, por la Copa Sudamericana, provocó la eliminación de Belgrano en octavos de final. Aquella noche se retiró entre lágrimas, abrazado a su madre, mientras los murmullos se volvían gritos en redes sociales: insultos, cuestionamientos y una presión abrumadora.
“Me costó mucho llegar y no lo estaba pasando bien. Este año cambié de mentalidad, me propuse disfrutar de estar en Primera”, dijo meses después en diálogo con Radio Sucesos. Cerró sus redes sociales, se enfocó en mejorar y recuperó el disfrute gracias al apoyo de su familia, su novia y el respaldo del club.
"Entraba a redes y veía lo que se decía. Ahora trato de disfrutar más del fútbol, que mi familia y mi novia me vean bien”, expresó con la madurez que le dio el golpe temprano.
Con 194 centímetros de altura, un juego aéreo imponente y presencia firme, Troilo se convirtió en una pieza clave para Belgrano en el Torneo Apertura. Fue titular en 14 de los 15 partidos de la fase regular, consolidándose como primer marcador central. Su rendimiento no solo estabilizó su lugar en el equipo, sino que también le permitió cerrar una etapa oscura con un broche de oro: ponerse la camiseta de la Selección Argentina y compartir vestuario con su referente, Cristian “Cuti” Romero, también surgido del semillero pirata.
Sin estridencias, Troilo mantiene los pies sobre la tierra. “Me vengo afianzando”, dijo con humildad, mientras desde Europa y Brasil ya posan los ojos sobre él. En el último mercado de pases, estuvo cerca de pasar al Valladolid de España, y actualmente tiene propuestas del fútbol brasileño y del Viejo Continente.
El llamado de Scaloni no sorprendió a su entorno más cercano. Su padre, que siempre lo defendió en redes, también cumple un rol clave: es su analista de video personal. “Tres o cuatro días antes de cada partido me dice cómo juega el ‘9’ y los extremos”, cuenta Mariano con naturalidad.
Desde Belgrano admiten que la necesidad económica del club podría precipitar su salida. Sin embargo, el joven defensor tiene la mirada puesta en el presente: llegar por primera vez al predio Lionel Andrés Messi y vestir la camiseta celeste y blanca.
Hoy, las mismas redes sociales que lo castigaron repiten su nombre con asombro y admiración. Y esta vez, su madre no lo abrazará entre lágrimas, sino que lo despedirá con una sonrisa de oreja a oreja.