

Por: En agenda
Aunque sus ideas recorrían caminos opuestos, Sigmund Freud y Bob Dylan compartían un vínculo silencioso pero profundo: el amor por sus perros. En una época donde el rol de los animales ha evolucionado del trabajo a la compañía, esta efeméride nos recuerda que, más allá de ideologías, hay afectos que trascienden las diferencias.
Hoy recordamos a dos figuras distintas entre sí, pero con un lazo en común: el amor por sus perros.
Sigmund Freud (1856–1939), padre del psicoanálisis, adoptó chow chow llamado Jofi. Según algunos relatos, Jofi acompañaba con frecuencia a Freud durante las sesiones, y siendo su presencia que calmaba a los pacientes. Se dice que ella incluso señalaba el fin de la sesión al bostezar o dirigirse hacia la puerta justo en el minuto cincuenta.
Por otro lado también los tenemos a Bob Dylan, ícono de la contracultura y la música de protesta, también ha sido fotografiado en varias ocasiones con perros, especialmente en los años setenta en Woodstock. Un famoso retrato lo muestra junto a un collie, evocando su modesto vínculo con la naturaleza y los animales.
Siendo dos vidas diferentes, compartían una pasión canina
Freud exploraba los rincones del inconsciente humano con el apoyo silencioso de Jofi.
Dylan rompía esquemas con su música y letras, pero encontraba una compañía verdadera en sus de sus perros.
Ambos creían, a su manera, que el vínculo con un perro trasciende barreras ideológicas y que la amistad es atemporal.