miércoles 30 de julio de 2025 - Edición Nº2429

Nacional | 29 jul 2025

Efemérides

A 25 años del suicidio de René Favaloro: la carta completa y una deuda que aún interpela

Reconocido en el mundo por su aporte a la medicina, Favaloro murió luchando por sostener su Fundación y por un sistema de salud más justo. A 25 años, su legado y su carta conmueven e incomodan.


Por: Redacción enAgenda

El 29 de julio del año 2000, René Favaloro, pionero del bypass aortocoronario e ícono ético de la medicina argentina, se disparó en el corazón en su departamento del barrio porteño de Palermo. Tenía 77 años. Murió solo, angustiado, y convencido de que en su país ya no era posible sostener con honestidad su sueño: construir una medicina de excelencia, ética y al servicio de todos.

 

El médico nacido en el barrio Mondongo de La Plata, dejó siete cartas manuscritas. Algunas dirigidas a su familia, otras a colaboradores, y otras al Gobierno nacional. En ellas no solo despedía a sus seres queridos: denunciaba con claridad el estado del sistema de salud argentino, la corrupción estructural, y las deudas impagas que ponían en riesgo el funcionamiento de la Fundación Favaloro, su proyecto más querido. Su carta más fuerte, fechada a las 14:30 del mismo día, fue un testamento ético y político.

 

Qué decía René Favaloro en sus cartas: corrupción, desesperación y principios éticos

Favaloro no improvisó. Escribió con precisión quirúrgica, tal como había operado a miles de pacientes. En su carta más conocida relató los motivos de su decisión: el colapso financiero de la Fundación, la falta de respuestas del Gobierno y el peso de ser “honesto en una sociedad corrupta”.

 

“El PAMI tiene una vieja deuda con nosotros —creo desde el año '94 o '95— de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían”, escribió, en directa alusión al entonces director del organismo: Horacio Rodríguez Larreta.

 

Las deudas superaban los 18 millones de pesos (equivalentes a dólares en ese entonces). La principal era de IOMA, seguida por el PAMI, que había sido dirigido por Rodríguez Larreta durante el gobierno de la Alianza. Desde el Estado reconocían los compromisos, pero alegaban que eran “reclamos de facturas viejas” de gestiones anteriores.

“Estoy cansado de ser un mendigo en mi propio país”, escribió Favaloro en una de las cartas.

En otra parte expresó su frustración:

 

“A esta edad, terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer”.

 

Cómo fueron las últimas horas de Favaloro

Ese sábado, Favaloro se levantó temprano, desayunó con su pareja, Diana Truden, y fue como cada día a la Fundación. Recorrió pasillos, evaluó placas y atendió pacientes. Volvió al mediodía a su casa. Después de almorzar, Diana salió. Él quedó solo. Se afeitó, se puso el pijama, preparó las cartas y se disparó con un arma en el pecho.

A las 16:30, una vecina escuchó el disparo. A las 17:15, Diana volvió, no pudo entrar: la llave estaba puesta del lado de adentro. Cuando finalmente accedieron, lo encontraron en el baño. Había dejado las siete cartas sobre la mesa y una nota en el espejo: “A las autoridades competentes”.

 

Qué decía la carta a Diana, su pareja

Entre los textos más íntimos, se destaca la carta dirigida a su compañera:

“Nunca podrás imaginar cuánto te he amado. [...] Tú eres testigo de mi sufrimiento diario. [...] Estoy cansado de luchar y luchar, remando contra la corriente en un país que está corrompido hasta el tuétano”.

 

Pidió que no se realicen ceremonias religiosas ni civiles, que sus restos sean cremados inmediatamente y sus cenizas esparcidas en Jacinto Arauz, donde inició su carrera como médico rural.

 

El sueño que lo trajo de vuelta y lo que denunció hasta el final

En 1971, Favaloro dejó su exitosa carrera en la Cleveland Clinic para volver a Argentina. Soñaba con crear un centro de excelencia que combinara asistencia médica, docencia e investigación, abierto a todos. En 1992 inauguró el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. Pero el sistema no lo acompañó.

“La medicina sin compromiso con el otro es apenas una técnica”, repetía.

 

A fines de los ‘90, el país entraba en crisis y la Fundación comenzó a desmoronarse. Aun así, jamás abandonó su ética. Se negó a pagar sobornos, nunca rechazó a un paciente por falta de recursos y siguió operando hasta los últimos días. Pero no aguantó la indiferencia ni la corrupción. Su carta final lo resume todo:

“La mayoría del tiempo me siento solo. [...] A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla”.

 

A 25 años del suicidio de Favaloro: una deuda que sigue vigente

Cada 29 de julio, René Favaloro vuelve al centro de la escena. Su historia no es solo la de un médico brillante que revolucionó la cirugía cardiovascular. Es también la de un hombre honesto que murió sin respuestas del Estado y con una sociedad que aún no termina de hacerle justicia.

 

Leé la carta completa:

(Del Dr. René Favaloro/ julio 29-2000 - 14:30 horas)

Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces.. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles. Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.

La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo.

Este era nuestro único contacto.
A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.
Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado. La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.

¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!

Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.

Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.

El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.

Lo mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana, sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el pacientes es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'.

El cirujano 'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!

Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.
Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.
Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos.
Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa.

La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc, etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos.

No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre correspondiente!.

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.

Nuestro juramento médico lo impide.

Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.

Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando. Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.
¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?
Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.

La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la lucha ha sido muy desigual.
El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.
Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al ´sistema'.

Sí al retorno, sí al ana-ana.


'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo. 'Debes dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado'. 'Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación'.

¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.

Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'.
Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular.

El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.
'¡La leyenda, la leyenda!'

Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar.
No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.

En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.
Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.

Un abrazo a todos

René Favaloro

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