Por: Redacción enAgenda
El precio de la carne vacuna volvió a presionar con fuerza sobre el bolsillo: en noviembre registró un aumento promedio del 8,2% en los mostradores, más del triple de la inflación general del mes. El dato surge del último informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), que también reveló que el incremento interanual del sector alcanzó el 72,8%, muy por encima del 31,4% acumulado por el índice general de precios.
Lejos de responder a un repunte del consumo interno, el ajuste está explicado principalmente por problemas en la oferta de hacienda. Así lo señala un análisis del Instituto de Estudios Económicos y la Comisión de Carnes, que advierte que el precio del ganado en pie comenzó a escalar desde mediados de octubre y terminó trasladándose -aunque de forma parcial- a las carnicerías.
El principal insumo del sector, la hacienda en pie, mostró fuertes aumentos en el Mercado Agroganadero de Cañuelas. Categorías como el novillito liviano pasaron de valores cercanos a los $4.000 a unos $4.400 por kilo vivo en pocas semanas, generando presión sobre toda la cadena.

Entre los factores que explican esta dinámica se combinan cuestiones estructurales y estacionales: escasez de terneros, altos costos de la invernada y buenas condiciones forrajeras durante la primavera, que permiten a los productores retener animales en los campos para ganar más kilos y reducir la oferta inmediata para faena.
Desde la Sociedad Rural Argentina definieron el momento actual como una “etapa de profunda transición” para la ganadería. Según la entidad, el mercado está normalizando precios que permanecieron retrasados frente a la inflación durante al menos cuatro años. En ese marco, la recomposición del stock ganadero y la recuperación plena de la inversión podrían demandar entre dos y cuatro años, debido a los tiempos biológicos propios de la actividad.
Con una clara intencionalidad política oficialista, el análisis también remarca que las políticas aplicadas entre 2019 y 2023 -con controles, restricciones y desincentivos a la producción- siguen teniendo impacto hoy en la oferta disponible, ya que las decisiones productivas del sector se toman con varios años de anticipación.
A pesar del fuerte aumento mayorista, frigoríficos y carnicerías absorbieron parte de la suba para no frenar las ventas en un período sensible como la previa de las fiestas de fin de año. Sin embargo, especialistas advierten que todavía existe un atraso de entre 10 y 15 puntos porcentuales entre el precio de la hacienda y el valor final al consumidor, lo que abre la puerta a nuevos incrementos durante el primer bimestre de 2026.

Entre los cortes que más subieron en noviembre se destacan la picada común (12,7%), el matambre (11,1%) y la tapa de asado (9,3%), mientras que otros como la paleta, la carnaza común y el vacío mostraron alzas más moderadas, en torno al 6%.
En contraste, las carnes alternativas mostraron una evolución mucho más alineada con la inflación general. Tanto el pollo como el cerdo registraron aumentos interanuales cercanos al 32%, lo que amplía la brecha de precios entre las distintas proteínas y consolida un cambio en los hábitos de consumo.
De hecho, la Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) es cuestionada por entidades del sector ganadero, que sostienen que el IPC ya no refleja con precisión el patrón actual de consumo de proteínas, donde la carne vacuna perdió participación frente al pollo y el cerdo.
Según advirtieron desde diferentes sectores, la suba del precio de la carne no sería un episodio aislado, sino el inicio de un nuevo ciclo. La demanda interna y externa, las condiciones climáticas, la logística rural y la situación del mercado internacional convergen en un escenario donde la oferta sigue siendo limitada.
En ese contexto, el consenso entre los analistas es claro: mientras no se complete la recomposición del rodeo y la inversión ganadera, la carne vacuna seguirá mostrando tensiones de precios que difícilmente se controlen en el corto plazo.