

El Proyecto Antártida surgió hace mucho tiempo como un objetivo para el joven y fue en su ingreso a la Universidad que supo de un alumno había ido al "continente blanco".
"Siempre fantasee con la idea de poder navegar hasta las islas mas al sur de Argentina e incluso a la antartida, pero fue cuando me enteré de la experiencia de alguien tan cercano que lo habia hecho, que ya nunca pude sacarme de la cabeza ese horizonte" explicaba Agustín.
Desde el 2013 Biasotti se perfeccionó en tácticas de navegación, motores y buceo, "fui adquiriendo más herramientas tácticas de campo que de laboratorio" y con el objetivo claro determinó que existían dos maneras de llegar a Antártida: Una tenía que ver con cruceros de turismo, donde los biólogos funcionan de guías mencionando las especies que habitan la zona; y la otra ir a realizar investigación. "Hace 2 o 3 años vengo intentando ir a través de la opción turística, ya que la de investigación demandaba una inversión de tiempo con la que, con los estudios y el trabajo, no contaba.
La pandemia demoró la posibilidad que ya hace varios meses había conseguido, los viajes de turismo fueron suspendidos durante todo el año pasado" detalló el platense.
Pero no todas fueron malas noticias durante el 2020, Agustín (que realizó la cuarentena en La Plata) descubrió durante la pandemia que existía la chance de embarcarse hacia su sueño por la vía científica.
"Estaba la posibilidad de venir a la Antártida como invernante, que básicamente es sostener las investigaciones y censos de otros biólogos durante todo el año, describiendo a la población de ciertas especies, recorriendo largos trayectos en busca de algún cambio tanto en el hábitat como en las investigaciones de principio de año."
La Antártida se rige por el tratado Antártico y Argentina es signatario original además de creador. Esto significa que el continente está destinado exclusivamente a la labor científica y a la conservación del ambiente, a pesar de los reclamos de soberanía hasta que el tratado siga vigente, la Antártida es un espacio de la ciencia y "nuestra tarea es preservar el territorio con altos grados de control de la basura y reduciendo el impacto de nuestra misma presencia acá, para justamente poder realizar la mediciones correspondientes, todo desperdicio vuelve al continente para alterar lo menos posible."
Todos los proyectos activos dependen de la DNA (Dirección Nacional del Antártico) y el Instituto Antártico que regulan proyectos argentinos sobre población animal e impacto ambiental a grandes rasgos. La DNA se encarga del aspecto más logístico de las investigaciones en la Antártida, mientras que el Instituto es el ala más científica y de investigación especifica del lugar (siendo el primer organismo creado a nivel mundial con esas características).
"La base argentina es la más antigua con presencia ininterrumpida desde 1904, cambiando las dotaciones permanentemente, el segundo país en cumplir con las mismas tareas sin interrupciones fue recién en la década del 1950; a raíz de esto contamos con la base de datos más extensa de todas y nuestro país es de los más importantes en la recolección de datos y asuntos Antárticos en el mundo y tener el puente más cercano como lo es Ushuaia también es uno de los motivos para este nivel de avance" detalló Biasotti.
¿Qué es lo más difícil del día a día?
AB: Lo más complicado de todos los días es un poco la convivencia ya que somos 17 personas viviendo en una casa grande, con todas las comodidades obviamente. Contamos con cocinero, gimnasio, una parte de enfermería; señal de cable y sala de juegos para distraerte; eso si, internet es muy débil acá. Lo difícil es la convivencia porque uno tiene que aflojar varias cosas debido a que las estadías son bastante largas, vamos por la mitad de una misión de 14 meses aproximadamente.
Yo, junto con un guarda parques con formación de gendarmería somos los únicos integrantes de la población civil de la base. Mi formación personal, mis ideas muchas veces entran en conflicto con personas que, aunque facilitan el transitar por tanto tiempo, vienen de distintos orígenes a los míos personales. Como toda institución antigua cambia, pero de forma lenta y hay que aprender a convivir con eso también.
Con respecto a lo que es Antártida en sí, el clima puede ser bastante hostil; este año hemos llegado a los -19°C; las caminatas son extensas y con dificultades tanto geográficas como también con respecto a la fauna. Cuando llegamos a la base sentimos el frío de todo el día y quedas "liquidado", solo querés abrigarte y dormir.
¿Cómo fue tomar la decisión de embarcarse y dejar atrás tu ciudad y amigos?
AB: La decisión ya la vengo amasando bastante desde que fui a Madryn y ahora volví a irme de La Plata para venir acá; igual a medida que avanza el tiempo extraño cada vez mas a la familia a mis amigos.
Extraño mucho el mate con la vieja o las cervezas un fin de semana con amigos para hablar de mil cosas. Acá el afecto no es algo con lo que se cuente, la mayoria son militares entonces en ese aspecto es bastante seco el trato; entonces obviamente se extrañan cosas tan simples y elementales como un abrazo.
Igualmente el afecto llega desde los cercanos y le da fuerzas a uno para poder continuar con esto, pensando también en ese reencuentro hermoso.
También es vital tener la chance de compartir con todos ustedes lo que vivo desde acá todos los días, hubo un tiempo donde eso era imposible de hacer entonces uno es agradecido de poder hacerlo.
Mi viaje comenzó en noviembre a bordo del Irizar, pasé por la península y por Ushuaia, llegando en Enero de este año a la base y acá vamos a estar hasta enero del año que viene cuando nos vengan a relevar.