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Deportes | 3 nov 2021

un día como hoy

El día que Menotti y Bilardo se enfrentaron por única vez

El 3 de noviembre de 1996 fue la primera y última vez que, ya como rivales declarados, se enfrentaron los entrenadores de la Selección Argentina que ganaron un Mundial. El Independiente del Flaco le ganó 1 a 0 al Boca del Narigón en medio de una enorme tensión en la Bombonera y en los días previos.


Hace 25 años se jugó uno de esos partidos que no duran 90 minutos sino semanas, meses, años o que, incluso, carecen de fecha de vencimiento: se traspasan entre generaciones, son atemporales. 

El domingo 3 de noviembre de 1996 ocurrió algo definitivamente atípico: no se trató de un duelo entre clubes sino entre entrenadores. Es cierto que Boca e Independiente jugaron en la Bombonera por la décima fecha del torneo Apertura pero el gran choque comenzó, transcurrió y terminó entre Carlos Bilardo y César Menotti, los únicos dos entrenadores campeones del mundo con la Selección Argentina, entonces enemistados a niveles bíblicos, cinematográficos, tóxicos.

Y aunque ganaron Menotti e Independiente y perdieron Bilardo y Boca, entre ambos siguió levantado un Muro de Berlín que nacía en el fútbol y se extendía a términos tan conceptuales o abstractos como ideología, ética y filosofía.

La expectativa había comenzado meses atrás, cuando se anunció el fixture del torneo. En realidad, jugadores, técnicos, periodistas e hinchas participaban en la guerra dialéctica desde hacía más de una década. Bilardo y Menotti apenas se habían enfrentado tres veces en el campo de juego, una como jugadores en 1965, y dos como entrenadores en 1973 (uno al mando de Estudiantes y el otro de Huracán), pero entonces no se reconocían como enemigos.

En cambio, desde que habían comenzado a odiarse a través de los micrófonos y alimentado una polémica no exenta de megalomanías y golpes bajos, aquel cruce en la Bombonera sería su primer partido entre sí. También, el último. Décadas de enfrentamiento verborrágico se concentraban en esos únicos 90 minutos en la cancha.

“No, eso es imposible, jamás. Voy a decir lo que dijo (el escritor Ernesto) Sábato alguna vez. Hay cosas que no se discuten, se castigan. Y cada uno castiga de la manera que cree”, dijo Menotti, fiel a su estilo de parafrasear a escritores o artistas. Bilardo opinó lo mismo pero más llano -y más misterioso, también-: “No, no quiero saludar a nadie. Pasaron muchas cosas, muchísimas, que se manejaron muy mal, graves. Acá no es cuestión de reconciliación. Es cuestión de métodos de vida”. Los entrenadores sólo coincidían en su aversión entre sí.

En la semana previa, además, la revista El Gráfico (que salía una vez por semana, los martes, después de la fecha), publicó una edición especial dedicada al enfrentamiento: “Por qué están peleados”, fue el título de tapa. Hasta Diego Maradona, entonces futbolista de Boca pero que no jugaba hacía un mes y medio, se presentó en el entrenamiento el miércoles 30 de octubre -como si quisiera hacerse un regalo de cumpleaños-, y opinó del tema. “Las diferencias entre Bilardo y Menotti existen. A Carlos le gustaban Los Wawancó y a Menotti, Mercedes Sosa. Bilardo prefiere líbero y stoppers y el Flaco, la zona. Pero a los dos les importa el jugador, los caños, un sombrero. Tienen muchas cosas en común, aunque no se note, dijo con equidistancia el 10, que recién volvería a jugar nueve meses después, en julio de 1997, ya sin Bilardo en Boca. 

Como Maradona, otros jugadores quedaban en el medio de la contienda. Jorge Burruchaga, campeón del mundo con Bilardo en 1986, jugaba para el Independiente de Menotti. “Basta con este tema”, pidió el autor del gol decisivo en la final del Mundial de México. Con Diego Latorre y Carlos Fernando Navarro Montoya, figuras del Boca de Bilardo pero cercanos al juego propuesto por Menotti, ocurría algo parecido. Pero las preguntas, inevitablemente, se repetían una y otra vez, todos los días de la semana. Y entonces Bilardo decía “yo nunca tiré misiles, siempre contesté, jamás la empecé”, y Menotti respondía “de Bilardo no hablo, por más vueltas que le den, no hablo”, pero de inmediato arremetía: “Con Osvaldo Zubeldía (ex técnico de Estudiantes, padre futbolístico para el Narigón), nos separaban cosas del fútbol, en cambio con Bilardo nos separa todo”.

Los hinchas de Boca, además, creían tener motivos para criticar a Menotti: su reciente paso por el club, en 1994, había terminado muy mal. Y entonces, cuando finalmente los equipos salieron a la cancha el domingo 3 de noviembre, desde la tribuna local se cantó Menotti, hijo de...”. El canto inverso surgió desde las dos cabeceras visitantes desbordadas por hinchas de Independiente, que a comienzos de la década anterior habían tenido una controversia de estilos contra el Estudiantes del Narigón: Bilardo, hijo de...”. Ya en el campo de jugo, los entrenadores pasaron a cinco metros de distancia y lógicamente ni se miraron, pero las esquirlas de la hostilidad también habían alcanzado a los jugadores. Muchos años después, ya convertido en uno de los analistas más respetados, Latorre lo revelaría.

Esa tarde Bilardo no nos permitió saludar a Menotti. Todos sabían que yo no tenía mucha afinidad con el Narigón. Era más menottista. Y no lo fui a saludar por orden de Bilardo, traté de respetar lo que quería. Y me arrepiento. De eso verdaderamente me arrepiento. Lo tendría que haber ido a saludar al Flaco. Estaba todo muy tenso. Había un enfrentamiento histórico entre los dos técnicos y los jugadores fuimos el jamón del sándwich, estábamos en el medio de la disputa. No fue grato, diría Latorre.

Bilardo dejaría de ser técnico de Boca 42 días después. Su Némesis seguiría en Independiente hasta las cuatro fechas finales del torneo siguiente, cuando inesperadamente se fue a Italia, con su equipo muy cerca de ser campeón del Clausura (que volvería a ganar River). Para Independiente, que todavía ejercía una paternidad contra Boca, sería uno de sus últimos triunfos como visitante: de los 19 clásicos siguientes en la Bombonera, sólo ganaría dos más, 2-1 en 2009 y 5-4 en 2012, en épocas en que Boca le sacaría ventaja en el historial. Pero aquel domingo de hace 25 años, más que el clásico entre los dos clubes que ganaron más Copas Libertadores, el duelo fue Bilardo-Menotti, tan único como ellos, los campeones del mundo.

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