jueves 02 de mayo de 2024 - Edición Nº1975

Política | 15 abr 2024

El apoyo incondicional de Milei a Israel y una retórica arriesgada, ¿Es su primer paso en falso?

Ante la creciente crisis en Medio Oriente, el presidente ratifica su alineamiento con Israel y regala un eje comunicacional a la oposición.


Por: Lic. Marcel Aguilera

Este último tiempo diversas encuestas mostraron que la imagen de Milei ha crecido.  Se puede afirmar que pasamos de la recordada frase “estamos mal, pero vamos bien” al “estamos mal, pero tenemos esperanza”. 

Esto responde a millones de personas enojadas con el aumento de los precios y las tarifas, pero que sostienen la esperanza de que "es por un bien mayor". Esta idea se refuerza aún más ante la posibilidad de que vuelvan al poder los que ya estuvieron y generaron este contexto, incluyendo el ascenso meteórico de Milei.

Es así que la oposición desarmada, sin eje y sin legitimidad, atraviesa un escenario con dificultades para "golpear" al gobierno y que verdaderamente interpele a todos los argentinos aunque ahora podría tener una pequeña oportunidad si se concretan algunos escenarios. 

En este marco, Milei se expone ante lo que podría ser su primer error comunicacional, algo poco común en este gobierno que en ese área ha demostrado estar varios escalones por arriba de sus rivales políticos.

Con la creciente tensión en Medio Oriente y con el ataque de Irán a Israel, muchos países están tomando posición en este conflicto. Y, paradójicamente, Argentina fue uno de los primeros.

No sólo por el presidente afirmando que Argentina no puede ser neutral en la tercera guerra mundial, o la inclusión del embajador de Israel al comité de crisis con su gabinete, sino fundamentalmente por el nuevo ordenamiento geopolítico.

Este movimiento de TEG obedece a una ruptura de la tradición Argentina en política exterior ya que mayoritariamente en los conflictos mundiales, ha mantenido una posición no beligerante, es decir, de absoluta neutralidad.

Para mencionar un ejemplo concreto, durante la Segunda Guerra Mundial, Argentina tomó grandes beneficios del conflicto bélico: utilizó su posición para comercializar y exportar alimentos a una Europa devastada por la guerra y cancelando deudas que permitieron un crecimiento exponencial de la economía argentina al punto tal de ser una de las más fuertes del mundo. 

En los 90, Argentina también se había alineado con EEUU y la OTAN, rompiendo así, acuerdos nucleares que había realizado con Irán. Sin embargo lo hizo en el marco de un mundo unipolar tras la caída del muro de Berlín en 1989, el fin de la guerra fría y la caída de la URSS, que definió un poderío absoluto de los estadounidenses a diferencia de hoy que se divide en tres grandes potencias: EE.UU, Rusia y China. 

Actualmente, de profundizarse el conflicto, Argentina podría beneficiarse nuevamente a partir de sus recursos naturales y capacidad de producción de alimentos. Sin embargo es algo que parece no ser de la consideración del presidente, ya que se alineó rápidamente con Israel (junto a EEUU y la OTAN) poniendo al territorio Argentino en un posible foco de ataque por parte de Irán.

No es menor que ese país recibió días atrás un contundente fallo de la Cámara Federal de Casación Penal Argentina que lo califica como estado terrorista por los ataques perpetrados en suelo argentino a la embajada de Israel y el posterior ataque a la AMIA.

En este sentido, la decisión y la retórica parece difícil de explicar a la sociedad. Teniendo en cuenta que la austeridad, la pobreza creciente, los tarifazos y aumentos que comienzan a golpear duramente a los argentinos, se explican desde las consecuencias de los últimos gobiernos y la necesidad de “ordenar las cuentas”

¿Cómo va a explicar este Gobierno el destino de fondos a un conflicto bélico tan alejado de nuestro suelo? Y en el peor de los casos, ¿Cómo explicaría un posible ataque es nuestro suelo y pérdidas de vidas argentinas? 

Resulta difícil imaginarlo y es claramente el deseo de todos que esto no ocurra, pero en una hipótesis de conflicto global latente, nunca se puede descartar una situación así.

Por eso parece que Milei estaría ante una narrativa que le es incómoda ya que podría unificar a la mayoría de la sociedad en su contra. El orden geopolítico no es excusa, las relaciones carnales con EEUU no justifican y la guerra en sí no moviliza a la mayoría de los argentinos y mucho menos en plena crisis. Este asunto podría generar algo que hoy resulta difícil de imaginar: un principio de reconciliación de la oposición con la sociedad

 

 

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