sábado 15 de junio de 2024 - Edición Nº2019

Política | 17 mar 2024

Análisis

Rosario: ¿Solución de fondo o marketing político?

En el contexto de la creciente violencia narco en Rosario, el Gobierno dispuso el envío de más efectivos a la ciudad más importante de Santa Fe y la tercera más grande del país.


Por: Lic. Marcel Aguilera

Pasan los días y la violencia narco no cesa. Con la muerte del chofer de colectivo, los taxistas y el playero, se consolida el clima de inestabilidad creciente en Rosario. Entre rumores de no diálogo entre Milei y Pullaro, Bullrich organiza un operativo coordinado entre fuerzas federales y provinciales con el aval del Gobernador.

En este contexto, son muchas las especulaciones al respecto. El pasado jueves arribaron 22 camionetas del ejército nacional y 450 efectivos, que se suman a prestar apoyo logístico, ya que, legalmente, su participación en el territorio está limitada.

En tal sentido, la Ministra y el propio Presidente sostuvieron que enviarán al Congreso leyes anti narcos que permitan el pleno desempeño de las fuerzas armadas, como así también cambios en el código penal.

Ahora bien, este “Operativo AntiNarco”, ¿es una política real para intentar terminar con el narco en Rosario? ¿Forma parte de una escena de Netflix por parte del Gobierno para calmar los ánimos por la pérdida de vidas de inocentes? ¿O es para ganar tiempo en el marco de una crisis económica cada vez peor?

No sería la primera vez, ni la última -lamentablemente- que el poder opera sobre la vida de inocentes. Hechos similares sucedieron por ejemplo en México, donde se dieron situaciones de violencia e intervención de gobiernos ante la problemática del narcotráfico.

El 1989 fue un año en el que el mundo se reconfiguró por la caída del muro de Berlín, donde se decretó simbólica y culturalmente el final de la guerra fría y se posicionaba un mapa geopolítico unipolar guiado por el capitalismo y los Estados Unidos. En ese entonces, México, conducido por el PRI (Partido por la Revolución Institucional) -bajo la reciente Presidencia de Carlos Salinas- sufría la inestabilidad política del partido que hasta ese momento nunca había perdido una elección. Agravada por el terremoto que había sucedido años antes y por las elecciones cargadas de irregularidades.

En esa situación, el gobierno mexicano, carente de credibilidad y con la necesidad de acercar posiciones con EEUU, negocia ingresar a un acuerdo de libre comercio con el líder mundial y Canadá. Sin respaldo popular, y con constantes denuncias de complicidad con el Narco, decide orquestar lo que en los años fue evidenciado como una pantalla política "para ganar tiempo": el arresto de quien era el máximo líder Narco en el mundo. 

Es así que el Gobierno del PRI decide ordenar la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido como el “Jefe de Jefes” del Narco Mexicano. La cobertura mundial de ese hecho permitió darle al Gobierno el oxígeno político que necesitaba con urgencia por la crisis del contexto. 

 Miguel Ángel Felix Gallardo, el "Jefe de jefes". 

Trazando un paralelismo, podría decirse que si el Gobierno argentino logra una victoria en esta lucha, no solo liberaría a Rosario de la violencia y el narco, sino que también tendría una contundente demostración de fuerza, y ganaría tiempo ante la tan ansiada curva económica ascendente de la que tanto se jacta el Presidente.

 

¿Esto significa que está todo orquestado?

No necesariamente. Aunque la convivencia entre narcos y gobiernos, siempre ha existido. Los casos de Colombia y México son claramente los más relevantes.

También hay situaciones distintas como es el caso el de El Salvador -el que tanto el Gobierno nacional como provincial intentan imitar-. País que antes de la llegada de Bukele era líder mundial en promedio de homicidios cada 100 mil habitantes y hoy se establece entre los países con una de las tasas más bajas del mundo. 

 

¿Cómo fue esto posible?

Mediante una decisión política que no estuvo ajena a la polémica, el mandatario del país caribeño ignoró por completo las facultades del Congreso Nacional e incluso a la Justicia,  decretando una “guerra contra las maras”.

Esto constituyó una clara violación a los derechos humanos individuales, y le valió una crítica permanente por parte de los organismos internacionales, juristas y académicos que, vale aclarar, poco registro tienen de la cotidianidad del trabajador Salvadoreño que sufría el día a día de las pandillas y su violencia. 

Ahora bien, la implementación de dicho plan además de violar la Constitución salteando la justicia y los protocolos, dictaminó una rigurosa inteligencia criminal que terminó con la construcción de la cárcel más grande de El Salvador y más de 80 mil detenidos.

A partir de esto surgió una campaña comunicacional de Marketing que podría sintetizarse en la foto viral de los detenidos, que culminó con una reelección del 85% de los votos y la mayoría absoluta en el Congreso. 
 

La misma situación intentaron replicar Bullrich y Pullaro en Rosario, con un pequeño puñado de reclusos, algo que habría motivado la reacción de las distintas bandas narcos de Rosario. Pero, ¿Es el mismo proceso que culminó con esa foto? ¿O fue poner el carro por delante del caballo? La verdad que hoy, es díficil precisarlo.

Cómo también es difícil saber si es algo que se desbandó o fue premeditado. Proceso parecido fue el que tuvo México con el Chapo Guzmán, dónde nunca se terminó de saber hasta dónde había complicidad y hasta dónde era real. 

Lo cierto es que el nivel de la política argentina está bajísimo y por ende, puede esperarse que el circuito económico que sostiene a los carteles también. Como es costumbre en nuestro país, puede que todo supere a la realidad. 

Si la opción real es terminar con el narco, ¿No será mejor allanar en Nordelta en vez de una Villa? Es solo una pregunta.

¿Es una política de Estado acabar con el narco en Argentina, o es marketing político? Es otra pregunta que en el correr de los días cada uno sacará su conclusiones. 

Lo cierto es que estamos en una situación compleja economícamente hablando, que la política de todos los sectores parece permantemente improvisada, y que, en el medio siempre la terminan pagando los laburantes e inocentes. 

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