

Por: Lic. Marcel Aguilera
Confundir sustitución con renovación podría ser uno de los errores más graves del “Kicillofismo” para lograr que el gobernador de la Provincia de Buenos Aires sea presidente. Él y sus armadores no quieren rediscutir de manera estructural, quieren un cambio de figuritas en un mismo sistema – es decir Axel por Cristina, y bandas kirchneristas que se fueron de la órbita de la ex vicepresidenta por La Cámpora-.
Esto vuelve a repetir un error que tiene que ver con que el peronismo nacional y, sobre todo la gente, le dió la espalda por cansancio a ese sistema, y la propia militancia a esa forma de construcción política.
Por otro lado, el Kicillofismo, parte de una primicia conceptual que es la misma que la de los armadores de Cristina: que el peronismo es progresista y su principal bandera son los derechos humanos. Algo que de mínima, es impreciso.
Uno podría suponer que para la “década ganada/kirchnerismo/Cristinismo” es así, pero para el peronismo en términos históricos, su principal bandera podríamos circunscribirla a la “justicia social” y al “trabajo” como ordenador de todo.
Por otro lado ¿el peronismo es progresista? Podríamos decir que sí, pero también conservador. Muchos sectores conservadores, en términos de la fe y en términos populares han encontrado en el peronismo, su principal contención. Resulta difícil ir a un fábrica del conurbano, o recorrer alguna quinta del norte de Tucumán y escuchar a los trabajadores hablar con la letra “E”.
Resulta difícil ir a un fábrica del conurbano, o recorrer alguna quinta del norte de Tucumán y escuchar a los trabajadores hablar con la letra “E”.
La base de sustentación del Justicialismo ha sido el trabajador que produce lo que consume y que, en general, es de valores tradicionales. Algo muy diferente a lo que pasa hoy, donde este sistema kirchnerista bonaerense encuentra su representación con sectores medios y universitarios.
Otra muestra de que hablamos de sustitución y no de renovación es que para este sistema, “los mejores días fueron con Cristina” algo totalmente inconsistente desde cualquier estadística si uno compara el proceso de transformación que fue el iniciado en 1945 por el General Perón.
Si Axel mantiene esta guerra fría con Cristina y La Cámpora por la disputa de la marca del kirchnerismo inevitablemente va a seguir -como se dice en jerga política- pescando en la pecera de esa marca. En términos de Cristina, para explicar el punto, podríamos pensar en la política de tercios. Dónde este espacio tiene un 30% de representación, y en ese lugar, el Gobernador disputa en el conurbano y lo poco que queda de ese espacio en el interior de la provincia.
Podríamos decir también que Milei tiene otro 30%, -que fue lo que realmente obtuvo en las elecciones- y constituye su núcleo duro y a quién frecuentemente el Presidente le habla. En ese sentido podríamos suponer que el 26% restante es “prestado”, y por más que tanto Bullrich como Macri profundicen su alianza, los votos no se trasladan en su totalidad de forma lineal.
Esto se refleja en todas la encuestas que muestran una clara radicalización de ese 30% del presidente, pero ese 26% restante muestra reparo en distintos temas como jubilaciones y la Universidad Pública por ejemplo, lo cual marca que no es un voto fidelizado.
Volviendo a los tercios: si el kirchnerismo tiene 30% y Milei otro 30%, quiere decir que hay una enorme pecera del 40% de los votos que están en disputa. Esto es un tema vital, ya que la discusión por la sustitución no es solamente por la marca del kirchnerismo sino por quién tiene la “lapicera” el año que viene.
la discusión por la sustitución no es solamente por la marca del kirchnerismo sino por quién tiene la “lapicera” el año que viene.
Ese 40% está conformado por ex Larretistas, Peronistas no K, Radicales y un votante clase media que fluctúa permanentemente según el contexto y su bolsillo pero tienen algo en común: son anti Cristina. Esto constituye así, un techo importante para quién fue dos veces presidenta de la Nación.
Esto puede ser por muchas razones, por desgaste, por razones ideológicas, por sus recientes malas decisiones. En fin, resulta difícil pensar en que Cristina pueda volver a ganar la Presidencia de la República -si es que quisiera hacerlo-.
Lo que sí está claro es que, Cristina, quiere ordenar y conducir a quién quiera ser candidato a presidente por el peronismo. Y esto, desde mi punto de vista, es incompatible con la realidad. Después de la experiencia de Alberto, la sociedad Argentina no va a tolerar un títere de nadie. Va votar y depositar sus esperanzas en quién ejerza el poder.
Después de la experiencia de Alberto, la sociedad Argentina no va a tolerar un títere de nadie.
Entonces el desafío para Kicillof es complejo, ya que no pescará en la pecera de ese 40% mientras no se despegue de Cristina, porque si bien para el mundo de la política la interna crece, la realidad es que para el ciudadano que se levanta a las 6 am para trabajar, si no hay un gesto contundente, Cristina y Axel son lo mismo. Y si de casualidad alguno vio el acto en Berisso, se queda con que la nombró 3 veces a Cristina.
Ahora bien, supongamos que Axel da un gesto contundente de distanciamiento con Cristina. ¿Pierde cuánto del 30%? ¿El 20%? ¿Pero si gana en el otro 40% representación? ¿Qué hace ese kirchnerista que ve la imposibilidad que Cristina o alguien de La Cámpora pueda ser candidato?
Es un escenario complejo, pero lo que sí está claro es que si no se distancia y no consigue mayor representación afuera pierde todo. Ahora bien, si no lo hace también es seguro que por el dedo de Cristina difícilmente pueda ser presidente.
Porque para ser presidente y líder del peronismo, pero sobre todo para ejercer el poder y conducir, a veces hay que arriesgarlo todo y desde la vuelta a la democracia el peronismo cuenta con dos ejemplos claros: Carlos Menem quien ganó una interna memorable y Néstor Kirchner que encabezó un proceso de renovación a gran escala.
Entonces: la pregunta final es ¿profundizará Axel y sus armadores en este error? ¿Decanta como candidato por el dedo de Cristina como Scioli, Alberto y Massa? ¿O arriesga a todo o nada? Lo dirá el tiempo, por lo pronto estamos en una guerra fría dónde el Gobernador no propone renovación, sino sustitución.