

Por: Maximiliano Juárez
El 17 de octubre en el distrito de Berisso el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, decidió no apoyar la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia del Partido Justicialista. El acto por el día de la lealtad escenificó que la jefatura política del peronismo bonaerense no es propiedad de la familia Kirchner, sino que hay un poder en ascenso que busca desplazar la hegemonía de la ex presidenta. La pregunta es muy obvia: ¿puede el peronismo de la provincia de Buenos Aires soportar dos jefes políticos sin que esto explote la gestión de gobierno o el armado electoral de las elecciones legislativas 2025? El último gobernador que fue jefe total en PBA fue Eduardo Duhalde. Después de esa experiencia, los Kirchner aplastaron a todos los gobernadores, que quedaron bajo su conducción o en el destierro, como fue el caso de Felipe Solá.
Kicillof, se enfrenta entonces ante La Trampa de Tucídides. El historiador y militar ateniense Tucídides en su libro “La historia de la guerra del Peloponeso” describe como el crecimiento de Atenas despertó el temor y la inseguridad de la diarquía espartana, que decidió ir a la guerra contra su antiguo aliado. Este relato de 787 página que se puede encontrar en Google es rescatado por el politólogo y analista de seguridad internacional Grahan Allison, quien se refirió a la “Trampa de Tucídides” como “los peligros concomitantes cuando un poder en ascenso rivaliza con un poder gobernante, como Atenas desafió a Esparta en la antigua Grecia, o cómo Alemania hizo con Gran Bretaña hace un siglo." El norteamericano utiliza esta herramienta teórica para analizar la potencial guerra entre Estados Unidos y China y para describir una tendencia inminente al conflicto bélico cuando una potencia emergente (ejemplificada por Atenas, para nosotros Axel Kicillof) desafía el estatus de una potencia dominante (ejemplificada por Esparta, para nosotros, la diarquía compuesta por Cristina y Máximo Kirchner). Entonces vemos como Axel Kicillof se encuentra acá, mirando cara a cara la trampa de Tucídides, que, para generar más paranoia, en un trabajo realizado en la Universidad de Harvard, Allison descubrió que de los 16 casos donde una potencia emergente desafió a una potencia consolidada, 12 acabaron en guerra. Mal presagio.
El gobernador, poder en ascenso dentro del peronismo, tomó una decisión: ser jefe político de la provincia que gobierna y llegar al 2027 legitimado por motus propio como candidato a presidente, con la particularidad de no diferenciarse del relato kirchnerista en lo ideológico, ya que fue uno de los mentores de las ideas quemaravillaron a Cristina Kirchner durante su última administración. No obstante, aunque Kicillof significaba (si, en pasado) una debilidad para la ex presidenta, según las palabras del diputado Kirchner, en la óptica de la familia era un mero gestor de sus ideas en PBA (2019-2023) por eso el día de la lealtad en Berisso donde se vio un nuevo sistema político con poder real, que avanzó sin consultar a los Kirchner, y que encima los ubicó en el pasado, esquivando la trampa venenosa de posicionarse en la discusión entre la ex presidenta y el gobernador riojano Ricardo Quíntela, despertó el temor de Cristina al ver que esta vez sí hay un sector respetable del peronismo que está considerando un cierre político de su reinado.
Sería prematuro decir que el kirchnerismo se dirige hacia una guerra de destrucción total como la que emprendieron los espartanos sobre los atenienses en La Guerra del Peloponeso, pero si estamos en condiciones de confirmar que atacaran al gobernador para que retome la sumisión originaria. En estos meses veremos hasta donde llega la inseguridad cristinista y hasta donde llega la frialdad política de Kicillof que sorprendió a la ex presidenta. El gobernador se posicionó por encima de la discusión partidaria que está dando su ex jefa y se mostró como la figura con poder real que es capaz de sostener un escudo de hierro para que los bonaerenses “resistan” el ajuste de Milei. Esto, claro, lo deja con poco margen y tiempo para discusiones como la que emprende Cristina con Quíntela por el Partido Justicialista. Esta decisión rompió el vínculo humano, pero en términos políticos aún hay que esperar si la política presenciará una guerra abierta y fratricida o si se llegará a una paz negociada. Cómo Kicillof evitará la trampa de Tucídides es la pregunta que articulará la política bonaerense en los próximos meses.
El primer golpe que impactó en Kicillof fue paradójicamente en su propio territorio y en un espacio que en teoría controla y administra: el Teatro Argentino de La Plata, donde sufrió una emboscada en un acto de Estela de Carlotto por parte de Cristina y La Cámpora, que lo expusieron a los cánticos que bajaban de los palcos como drones iraníes al ritmo de “Cristina presidenta, Cristina presidenta”; asimismo, demostró un escaso margen de maniobra para elegir los escenarios que le sirven o no le sirven si es que realmente está diagramando un nuevo proyecto de poder (se imaginan a Llaryora, Insfran, Zamora, o cualquier otro gobernador recibiendo cánticos en su contra en un espacio que ellos gestionan); el segundo golpe vino por parte de Máximo Kirchner, que en declaraciones al periodista Jorge Rial marcó que hoy Axel no es el candidato natural de su organización ya que no es capaz de decidir entre Cristina y Quíntela en la disputa del PJ; el tercer golpe fue la decisión de Cristina de proscribir la lista “Federales, un grito de corazón” para que no haya elecciones en el partido, sin antes dejar en claro que la patrocino el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque.
Cristina demostró que estas disputas de poder están desprovistas de moralidad, como vimos en la decisión polémica de llevar adelante una emboscada en un acto de Abuelas de Plaza de Mayo, generando un costo para Kicillof, pero también para Estela de Carlotto, que se mostró compungida que usaran esa fecha para una disputa de poder interna, la ex presidenta también marcó que regirá la ley del más fuerte y no dará ventajas, quedó demostrado cuando la Junta Electoral del PJ vetó la lista de Quíntela. El kirchnerismo no está dispuesto a compartir el poder partidario ni siquiera con una potencial minoría representada por Quintela.
Entonces hagamos un análisis crítico de la orientación del poder del peronismo de Cristina a Kicillof y pensemos cómo pueden evitar la trampa de Tucídides para que no haya guerra. ¿Esta vez un par de cabezas alcanzaran? ¿La composición de las listas calmaran la sed de guerra? La realidad efectiva es que después de dos actos en donde en teoría prima la unidad en el universo peronista: aniversario de Abuelas y día de la lealtad, vimos como el suelo empezó a erosionarse. En palabras de Guillermo Moreno, el último encuentro entre Cristina y Axel tuvo la misma vibra que el recordado encuentro que mantuvo la ex presidenta con Mauricio Macri en la Bolsa de Comercio. Cambio de época.
En esta disputa la ex presidenta tiene un aliado ¿inesperado? que es el presidente de la Nación, Javier Milei, que en las últimas semanas le realizó una invitación muy generosa: la eligió como jefa de la oposición y la ubicó en un lugar en el tablero político que el peronismo no estaba dispuesto a cederle mansamente como en los últimos veinte años. Milei le da más legitimidad a Cristina que su propio partido político, que no quiere dejar pasar el rol protagónico que tuvo Cristina y su núcleo duro en la administración del Frente de Todos.
La oposición la pone el presidente de la Nación. Y Milei puede hacerlo. Acá hay una novedad porque Cristina es elegida como opositora, pero la política ya no se dirime entre kirchnerismo y antikirchnerismo. Ante esta situación, Elisa Carrio le advirtió al presidente que está jugando con fuego porque si Cristina es candidata y gana en Buenos Aires al otro día cae el gobierno libertario. Esto es falaz, no sería el primer y único oficialismo del mundo que pierde una contienda legislativa, y, además, es una realidad que Milei tendrá más diputados propios luego de las venideras elecciones legislativas. El que si tiene que observar con mucho cuidado esta observación de “Lilita” es Kicillof. Si Cristina puede sortear las tramas judiciales, terminar de doblegar a Quíntela en el PJ y posicionarse con la ayuda de Milei como la candidata natural del peronismo en Buenos Aires, y encima ganar la elección, el proyecto político de Kicillof estaría terminado.
En esta columna debo agradecer a los inspiradores debates que llevamos adelante con Marcel Aguilera todos los jueves en Tengo Reunión y a los audiossemanales de WhatsApp con Rubén Juan Liegl donde intercambiamos puntos de vista sobre la realidad política nacional.