sábado 07 de diciembre de 2024 - Edición Nº2194

Interés | 10 nov 2024

Mujeres, trabajo y Estado; la experiencia del feminismo en el gobierno, sus límites y aciertos: entrevista a Aimé Lescano


Por: Maximiliano Juárez

Doctora en Psicología y Especialista en Educación en Géneros y Sexualidades por la UNLP. Se desempeña como docente en la Facultad de Psicología en asignaturas de primer y segundo año. Es investigadora del Laboratorio de Historia de la Psicología (LabHiPsi), becaria del CONICET y secretaria de la Sociedad Argentina de Historia de la Psicología.


1.Aimé, quiero aprovechar tu campo de estudio académico para que me cuentes la relación de las mujeres y el Estado: ¿Cuáles fueron las primeras tareas de las mujeres en la administración del Estado?¿Dónde nos ubicamos en términos históricos? 

 

Es fundamental distinguir entre el vínculo que las mujeres, como colectivo, han tenido con el Estado y el vínculo que los distintos feminismos han establecido con este. Hoy en día, se ha instalado la idea de que el feminismo es, en esencia, antiesencialista.  Es decir, que no presupone que toda mujer, por el hecho de serlo, deba adherir automáticamente a los valores o luchas feministas, justamente porque no existe “la mujer” como una entidad natural y homogénea. Sin embargo, cuando analizamos la historia, muchas veces se asume que la participación de las mujeres en la esfera pública estuvo exclusivamente ligada a reclamos de igualdad de derechos, lo cual no refleja toda la realidad. A lo largo del tiempo, las mujeres han tenido distintas motivaciones e ideologías al relacionarse con el Estado, no siempre asociadas al feminismo. Por lo tanto, si hablamos de la historia de los feminismos, debemos comprenderlos en plural, reconociendo la diversidad de movimientos y enfoques que, desde la agencia y la organización, han impulsado luchas específicas por derechos y reconocimientos. Este es un pequeño rodeo para ubicar algunas figuras, mujeres y feministas, que en particular han sido relevantes para el campo del trabajo. Una de ellas fue Carolina Muzzilli. Me interesé por su figura en mi tesis doctoral porque fue una de las primeras mujeres en estar involucrada en la regulación del trabajo en Argentina allá en los albores del siglo XX. 

 

Cuando hacemos investigación -en mi tesis doctoral trabajé sobre el vínculo entre la psicología aplicada al trabajo y el trabajo de las mujeres entre 1925 y 1955- nos preguntamos todo el tiempo por qué eso que investigamos, sobre todo en investigaciones relacionadas con las ciencias sociales y con la perspectiva histórica, tiene relevancia en el presente. En la actualidad escuchamos tantas cosas sobre el papel que debería o no ocupar el Estado que sería prudente examinar cómo estas cuestiones replican debates que ya se han dado en el pasado. Por ejemplo, las discusiones sobre la regulación del trabajo, o el lugar de la mujer en la sociedad, particularmente en la vida pública y en la política. La historia nos permite examinar de manera crítica el modo por el cual ciertas ideas con las cuales pensamos el presente, son sedimentos de muchas discusiones interconectadas. Además nos permite comprender otra cuestión que al menos para mí en este momento puede ser interesante enunciar. El Estado somos todes, así como hay pluralidad de voces en el presente, si miramos el pasado podemos identificar estas voces en su heterogeneidad. Digo esto, porque en particular desde el discurso político se intenta reproducir una visión de la historia que además de reduccionista, es chata, sin matices. Y ni hablar que sin derechos laborales. 

 

Volviendo a la figura de Muzzilli, Carolina fue una de las primeras mujeres en participar del Departamento del Trabajo como inspectora de fábricas ad honorem. Era militante socialista y algo interesante es que era reconocida en su experticia sobre el mundo laboral femenino por otros expertos más del ámbito intelectual. A partir de ese reconocimiento le encomiendan redactar un informe que se publica en 1916 “El trabajo femenino”, en el que reflexiona sobre el trabajo no solo fabril sino también sobre las condiciones laborales, por ejemplo, del empleo administrativo. Volviendo a la pregunta, creo que lo más importante es pensar que así como en la actualidad podemos identificar que las experiencias de las mujeres son heterogéneas en función de su pertenencia de clase social, de las posibilidades, de las posiciones políticas, esta misma grilla de lectura funciona para mirar el pasado. No es lo mismo la experiencia de las mujeres universitarias a comienzos del siglo XX y su lucha por la inclusión en diversas esferas de lo público, o el reclamo por sus derechos civiles, que las experiencias de las mujeres obreras. Si algo también nos ha dejado el feminismo como valor, es que estas luchas siempre terminan siendo complementarias.

 

2. ¿En este periodo histórico se habla de feminismos? ¿En qué contexto irrumpe el feminismo en esta relación entre mujeres, trabajo y Estado?

 

Si, se habla de feminismos y también en este periodo hay que pensarlos en su heterogeneidad.  Muzzilli, como otras mujeres, son identificadas como parte de un feminismo militante no ilustrado, diverso al feminismo que pregona por la conquista de mayores derechos. En ese punto, ella fue muy crítica con lo que denominó este  “feminismo ilustrado”, representado por las primeras mujeres universitarias, cuya sugerencia hacia otras mujeres para el logro de su independencia era la propuesta de que “se aseguren una profesión que pueda darles libertad económica”. Estas ideas para Muzilli dejaban por fuera a la situación de las mujeres obreras. 

 

Respecto a la segunda parte de la pregunta, en el campo particular del trabajo, desde su inicio se ve esa articulación con el Estado. Sin embargo no es sin tensiones. En este momento histórico, podríamos pensar otros paralelismos con el presente, ciertos sectores del feminismo cuestionaban a otros, en particular en relación con estas tensiones entre el acceso a la educación superior y el reclamo por la mejora en las condiciones laborales. Esto es interesante,  para pensar que por ejemplo cuando se habla de los cuidados en la actualidad, como un problema que aparece en agenda a partir de la inclusión de las mujeres en el mundo del trabajo, se tiende a considerar que es un problema nuevo, o que obedece a otras razones, como la conquista de los derechos civiles en el marco del peronismo, para poner un ejemplo. Estas interpretaciones tienden a volver homogénea la experiencia de las mujeres en el mercado laboral, cuando esta se ha dado en paralelo a la constitución misma del mercado laboral. De hecho muchas historiadoras han señalado que tempranamente en el país algunas ocupaciones se constituyeron como específicamente femeninas, como por ejemplo las que tienen que ver con el trabajo administrativo. Volviendo al vínculo con el Estado, lo que comienza a suceder paulatinamente es que el Estado se involucra en los debates sociales, por un lado diseñando propuestas educativas que fomentan la ocupación de las mujeres en actividades tradicionalmente femeninas (por ejemplo en la formación técnica, en labores como bordado, tejido, entre otras) y por otro regulando las condiciones laborales, no solo de las mujeres sino de los niños y niñas.

 

3. Conceptualmente: ¿Qué era el feminismo antes de que todos y todas viéramos irrumpir la ola verde del proceso 2015-2019?

 

El feminismo era lo mismo en esencia, un movimiento crítico respecto a las desigualdades, con agendas heterogéneas en su interior. La “ola verde” es un recorte que podemos hacer, de una coyuntura puntual que da cuenta de la sedimentación de muchísimas discusiones y campañas, como por ejemplo la relacionada con el Aborto Legal Seguro y Gratuito. En ese punto, parte de lo que sedimenta y se ancla como sentidos que pasan a formar parte de la agenda colectiva de la Argentina, tiene que ver con eso que se cocinó a fuego lento en el activismo de las mujeres al interior de los Encuentros, la Campaña por el Aborto Legal, entre otras luchas del movimiento feminista. En todo caso lo que cambió a lo largo del tiempo fue la colectivización de esas reivindicaciones.Esto es algo a destacar, más allá de que hoy en día se ataque fuertemente a los activismos feministas, entre otros ataques sistemáticos, como el que se da en torno al sistema de ciencia y técnica de la Argentina. Creo que en un contexto tan adverso es potente revalorizar el hecho de que esos activismos han obtenido muchísimos logros a lo largo del tiempo, y siguen organizándose aún en tiempos de hostilidad. En términos vivenciales, es algo que emociona. La potencia de los feminismos para seguir luchando y encontrar puntos de acuerdo en su heterogeneidad, esto es algo que quedó muy patente en el último Encuentro realizado en Jujuy.

 

4. Parece que ese proceso quedó marcado como una moda pasajera y no como un proceso de cambio real y profundo. Para algunas personas fue un proceso bastante liberal. ¿Qué me decís?

 

Esto nos permite volver sobre una de las primeras preguntas que tenía que ver con cómo se llevan los feminismos con el Estado. Hay algo de la radicalidad transformadora de la propuesta de los feminismos que hace que el anclaje en el Estado siempre produzca efectos de encorsetamiento, podríamos pensar en muchos ejemplos. Pero no porque sea tensa, esta relación no deja de ser necesaria. Entonces, si hablamos del proceso relacionado con la sanción del aborto legal, seguro y gratuito, no creo que en clave histórica pueda pensarse que fue un proceso liberal, ni mucho menos una moda pasajera. Miremos a les jovenes, si examinamos qué preguntas tienen sobre sus derechos, qué piensan sobre la identidad, sobre la ESI, entre otros focos en los cuales el feminismo ha tenido injerencia en su articulación con el Estado, podemos ver que si hay algo que no es el feminismo, es una moda pasajera. En todo caso, para seguir un poco con la metáfora de la ola verde y violeta, si pensamos en la marea y los movimientos de ascenso y descenso del agua, que parezca que es un momento histórico de franco retroceso no implica que los movimientos no estén. 

 

5- ¿Cuál es el diagnóstico del proceso 2015-2023, el prime, si lo podemos llamar así, del feminismo? Pareció que los resultados no fueron los esperados y que las conquistas empezaron a encontrarse con límites políticos y sociales ¿Hay algo de eso?

 

Creo que los límites no han sido propios de los feminismos, sino de la potencia del Estado para integrar ésta a otras agendas. Esto ya es en términos personalísimos, me hace acordar al chiste de X, “dónde están las feministas”. Las feministas están en todas partes, porque como dice Sara Ahmed el feminismo es sensacional. La clave de lectura es no leerlo como un movimiento abrochado al Estado sino pensar que estas vinculaciones son tácticas.

 

6- En el mundo hubo una reacción contra lo que representa el feminismo- hablo de los nacionalismos, de la agenda anti woke, las batallas contra la famosa agenda 20/30 de Naciones Unidas donde la igualdad de género tiene un lugar trascendental- y acá en Argentina alcanzó un éxito sin precedentes con la victoria del primer presidente anarco-libertario del mundo. ¿Es una derrota o lo podemos ubicar políticamente como una era de repliegue?

 

Me parece que en primer término hay que deslindar lo que es parte de la construcción discursiva del gobierno actual (esto respecto a la “agenda anti woke”, por ejemplo) y lo que es específico del feminismo en términos de agenda internacional. De nuevo, anudar estas cuestiones que mencionas al éxitoelectoral de Milei, es reduccionista. Volvemos a hacer hiper foco en el tema de las agendas feministas como si esto fuese un factor unidimensional que pueda explicar el cambio en el escenario político argentino. Haciendo esa salvedad, y sin ser experta ni mucho menos, en este punto, creo que la agenda 20-30 representa uno de esos anudamientos de los feminismos que meramente son posibilitadores de otras discusiones. Es decir, son plataformas sobre las cuales desarrollar otras discusiones. Esto no implica que luego en las formas de atender a esas plataformas las propuestas que se implementen realmente tengan un espíritu que subvierta las  inequidades sexogenéricas de las personas. Respecto a la Argentina, y a esta pregunta sobre el repliegue, creo que los feminismos están en ese proceso de buscar modos de profundizar sus posiciones, cuando si hay un repliegue, no es del feminismo, sino de la intervención del estado en nuestras vidas como ciudadanos, ciudadanas, ciudadanes. Digo esto para marcar el enorme daño que se está produciendo actualmente por la desarticulación de un montón de políticas públicas que garantizaban derechos (pienso por ejemplo en la desarticulación del plan ENIA, destinado a la prevención del embarazo adolescente) es decir, hablamos de políticas de educación y salud pública, no de “cositas de género”. 

 

En última instancia, creo que es necesario ver el feminismo como un movimiento que se adapta, resurge y se expande incluso en momentos de repliegue estatal o político. Lo que sucede hoy en Argentina no es una derrota del feminismo, sino un llamado a reimaginar su espacio y su relación con el Estado y la sociedad. No estamos hablando de “cositas de género”, sino de derechos que afectan la vida real y concreta de las personas, derechos que el Estado ha dejado de sostener. Históricamente, los feminismos han buscado anudarse a proyectos nacionales, precisamente porque entienden que la verdadera soberanía no puede existir en un Estado que abandona. En este sentido, cuando el Estado se retira, el feminismo avanza, demostrando que cualquier proyecto que ignore este colectivo está, en el fondo, incompleto. Lejos de retroceder, los feminismos traman en los repliegues nuevas formas de reafirmarse y seguir construyendo.

 

 

 

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