martes 17 de junio de 2025 - Edición Nº2386

Provincia | 6 jun 2025

Unidad con Cristina o nuevas canciones: el dilema de Kicillof

La “unidad” volvió a ser decretada. El gobernador quedó atrapado entre su proyecto presidencial y una conducción que lo arrincona. ¿Romperá o repetirá el camino de Alberto?


Por: Lic. Marcel Aguilera

Hace tiempo que Axel Kicillof atraviesa una encrucijada que se parece, en tono y dramatismo, a aquella escena icónica de El Padrino, cuando Michael Corleone entiende que, para salvar a su familia, no le queda otra opción que eliminar a Solozzo. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, hoy, está en una situación similar: cualquier posibilidad de unidad con Cristina Kirchner y La Cámpora puede constituir el principio del fin de su proyecto presidencial.


Ya no hay margen para especular. La experiencia de Alberto Fernández -designado a dedo por CFK, sin autoridad y sin poder propio- sigue siendo muy reciente. Es difícil que el electorado vuelva a confiar en un esquema donde otro pone las reglas y un títere ejecuta.

La herencia de las rupturas

La historia reciente del PJ y el poder en general muestra que los liderazgos no se heredan: se conquistan. Cafiero con Herminio. Menem con Cafiero. Duhalde con Menem. Néstor con Duhalde. Kicillof, hasta ahora, intentó esquivar el enfrentamiento con Cristina. Pero incluso sus aliados más cercanos podrían pagar el precio de la falsa unidad: casos como los de Jorge Ferraresi o Mario Secco, que fueron a fondo, quedarían muy limitados si el  consenso se impone

Al Gobernador, ni siquiera los números lo respaldan para mantenerse en una posición ambigua. Una encuesta reciente de CB Consultora muestra que, en la provincia de Buenos Aires, tanto Kicillof como Cristina tienen un 42 % de aprobación. Es un empate técnico. Lo que quiere decir que Axel ya no necesita esconderse detrás de CFK: representan lo mismo y pensando en un proyecto presidencial podría retener el voto del kirchnerismo más duro y, a diferencia de ella, sumar por fuera, como hizo Javier Milei con Mauricio Macri.

Encuesta PBA 23 al 27 de mayo - CB Consultora.


Kicillof es hoy el único actor que puede tender puentes con otros espacios como el radicalismo no mileista, o los distintos peronistas que, por sus votantes o por rechazo propio, no aparecerían en una foto cerca de CFK y La Cámpora. 

Sin embargo, el movimiento de ajedrez de Cristina, al imponer la unidad por televisión -similar a lo que hizo por twitter con Alberto Fernández- lo pone al gobernador en un lugar complejo: su autoridad otra vez está en riesgo porque la ex presidenta es la que, una vez más, termina poniendo las reglas. En ese marco, algunos aliados hasta se sentirían traicionados ya que, por supervivencia, necesitan enfrentar a ese sistema que puso condiciones en los últimos 15 años.

Sin ir más lejos, este sábado en Corrientes, Cristina Kirchner encabezó el acto de lanzamiento de la candidatura a gobernador de Martín “Tincho” Ascúa, de cara a las elecciones del 31 de agosto. Ahí mismo, entre carteles de La Cámpora y banderas de Néstor junto a Cristina, el intendente de Paso de los Libres la presentó cantando “Cristina Presidenta” y puso en el tablero una posible candidatura para 2027, en medio de la interna y de su situación judicial.

¿Espera a la Corte?

Queda una última carta: la resolución de la Corte Suprema. Algunos especulan que Kicillof podría apostar a que el máximo tribunal la imposibilite de ejercer cargos públicos antes del cierre de listas. Sería una jugada quirúrgica, a lo Sun Tzu: “La mejor victoria es vencer sin combatir"

Pero confiar en eso implica depender demasiado de factores externos. Sobre todo, cuando Milei -que necesita a Cristina como rival para polarizar- hará todo lo posible para que la Corte no le saque a su principal antagonista del juego antes del 9 de julio. Y esa estrategia, por ahora, le está funcionando.


¿Y entonces?
La unidad, en estos términos, sólo garantiza la continuidad de una lógica que ya mostró sus límites. El peronismo necesita algo más que evitar rupturas: necesita reencontrarse con una mayoría. Y hoy, el precio de evitar el conflicto y el debate puede ser perder la oportunidad de empezar de nuevo como lo ha hecho cada vez que ganó.

 

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