La Unión Europea (UE) respondió con fuerza a la política comercial de Donald Trump. Este miércoles, los países del bloque aprobaron un primer paquete de contramedidas que impone aranceles de hasta el 25% a una serie de productos importados desde Estados Unidos, por un valor total estimado de 22.000 millones de dólares.
Las medidas se aplicarán desde el 15 de abril y afectarán sectores clave como la soja, las motocicletas y productos de belleza. Según informó la Comisión Europea, esta decisión es una reacción directa a los aranceles de 25% sobre el acero y el aluminio que la Casa Blanca implementó en marzo.
La Comisión Europea consideró que los aranceles de Washington son “injustificados” y “dañinos”, no solo para la economía europea, sino también para la estadounidense y la economía global.
Desde el organismo europeo también advirtieron que las contramedidas “pueden suspenderse en cualquier momento si Estados Unidos acepta un resultado negociado justo y equilibrado”.
La votación contó con el apoyo de todos los países miembros, excepto Hungría, que rechazó la iniciativa. Su Ministro de Exteriores, Peter Szijarto, expresó su desacuerdo en redes sociales:
“La escalada no es la respuesta. Tales medidas provocarán daño adicional a la economía y a los ciudadanos europeos al elevar los precios. El único camino adelante es la negociación, no la represalia”, escribió.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que el objetivo europeo es lograr que Trump revierta su decisión y evitar una escalada en la disputa comercial.
El bloque europeo no descarta endurecer su postura. Según trascendió, ya se evalúa una segunda ronda de medidas que podría anunciarse a comienzos de la próxima semana. Entre las opciones, se estudia la posibilidad de imponer aranceles a nuevos productos, e incluso aplicar impuestos específicos sobre los servicios digitales, lo que afectaría directamente a las grandes tecnológicas de Silicon Valley.
En paralelo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, mantuvo una conversación con el primer ministro chino, Li Qiang, en la que llamó a evitar una escalada del conflicto comercial.
La guerra comercial impulsada por Trump genera preocupación entre economistas del mundo. El temor principal es que estas medidas deriven en una desaceleración de la economía global, con riesgos de inflación, aumento del desempleo y caída de la actividad productiva.