El médico del papa Francisco, Sergio Alfieri, brindó detalles conmovedores sobre los últimos minutos de vida del sumo pontífice, quien falleció el lunes a los 88 años tras sufrir un derrame cerebral. “Tenía los ojos abiertos, pero no respondía. Ni siquiera a los estímulos dolorosos”, relató Alfieri, al confirmar que el papa estaba en coma. “En ese momento comprendí que no había nada más que hacer”, agregó.
Alfieri coordinó el tratamiento hospitalario que recibió Francisco en el Policlínico Gemelli durante cinco semanas a causa de una neumonía bilateral, y continuó con el seguimiento tras su regreso al Vaticano, el 23 de marzo. Fue avisado en la madrugada del lunes por el enfermero personal del papa, Massimiliano Strappetti, quien le informó sobre el derrame cerebral que había sufrido el pontífice.
“El enfermero me llamó y llegué 20 minutos después. Entré en su habitación y vi que tenía los ojos abiertos. No presentaba problemas respiratorios, así que intenté hablarle, pero no respondió. Estaba en coma”, detalló Alfieri en diálogo con medios italianos. Explicó también que evaluaron la posibilidad de trasladarlo, pero concluyeron que “la hospitalización habría sido inútil” y que “corríamos el riesgo de que muriera en el camino”.
Según contó, Francisco había dejado en claro su deseo de morir en casa: “Strappetti sabía que el papa quería morir en casa, siempre lo decía cuando estábamos en el Gemelli”.
Tras el fallecimiento, el cardenal Pietro Parolin llegó a la habitación y rezó el rosario sobre el cuerpo del papa, junto al personal de la casa pontificia. “Le di una caricia, como despedida”, contó el médico. Además, Alfieri destacó la actitud de Francisco en sus últimos días: “Nunca se expuso al peligro. Es como si, acercándose al final, hubiera decidido hacer lo que tuviera que hacer. Como pasó en el Domingo de Resurrección, cuando aceptó la propuesta de dar la vuelta a la plaza San Pedro entre la multitud”.