El 25 de mayo no es un feriado cualquiera en Argentina; es el Día de la Revolución de Mayo, una fecha que marca el nacimiento de nuestra nación. Hace más de dos siglos, en 1810, los acontecimientos en la Plaza de Mayo de Buenos Aires cambiaron para siempre el destino del Virreinato del Río de la Plata. Pero, ¿qué pasó exactamente aquel día y por qué sigue siendo tan relevante para los argentinos hoy?
Aquel 25 de mayo de 1810, vecinos de Buenos Aires se reunieron frente al Cabildo para exigir la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. La caída de la Junta Central de Sevilla -que gobernaba en nombre del rey español- había generado un vacío de poder. La tensión venía creciendo y, tras intensos debates en el Cabildo Abierto, la presión popular hizo lo suyo: se formó la Primera Junta de Gobierno.
Fue el primer gobierno patrio de estas tierras. Estuvo integrado por Cornelio Saavedra como presidente; Mariano Moreno y Juan José Paso como secretarios; y vocales como Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea.
Aunque la independencia formal llegaría recién en 1816, aquel día marcó un quiebre. Por primera vez, los criollos tomaron decisiones sin consultar a la corona española. La Revolución de Mayo fue el primer paso hacia la soberanía y la autodeterminación.
La conmemoración del 25 de Mayo trasciende lo histórico y se arraiga profundamente en la cultura argentina. Es un día de celebración y orgullo nacional, donde las tradiciones cobran vida:
Así, entre locro, escarapelas y actos escolares, el 25 de Mayo sigue siendo mucho más que una fecha histórica: es una expresión viva del ser argentino. Una jornada para recordar de dónde venimos, y también para celebrar todo lo que nos une.