El Día del Maestro se celebra en Argentina cada 11 de septiembre, fecha elegida en memoria de Domingo Faustino Sarmiento, fallecido en 1888 en Asunción, Paraguay. Reconocido como el “padre del aula”, Sarmiento dejó un legado fundamental en la historia de la educación argentina y latinoamericana.
Nacido el 15 de febrero de 1811 en San Juan, Sarmiento se formó de manera autodidacta en áreas como matemáticas, teología y latín. Fue maestro rural, periodista y político. Desde sus primeros cargos públicos impulsó la educación gratuita y universal, convencido de que era la base para el desarrollo del país.
Durante su presidencia (1868-1874), colocó a la educación en el centro de su gestión. Creó la Ley de Subvenciones, que permitió financiar la construcción de escuelas, e inauguró más de 800 establecimientos, de los cuales el 70% eran públicos. Gracias a esas políticas, la matrícula escolar creció de 30.000 a más de 110.000 alumnos en apenas seis años.
Además, fundó la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) y la Biblioteca Nacional de Maestros, y promovió la formación docente invitando a especialistas extranjeros. Fue pionero en impulsar la inclusión de las mujeres en el aula y el acceso educativo para los sectores más humildes.
La fecha fue establecida en 1943, durante la Primera Conferencia de Ministros y Directores de Educación de las Repúblicas Americanas, realizada en Panamá. Allí se decidió homenajear a Sarmiento y fijar el 11 de septiembre como Día del Maestro en todo el continente.
El Día del Maestro es una oportunidad para reconocer el rol de los docentes y reflexionar sobre la importancia de la educación en la sociedad. En Argentina, esta jornada es feriado únicamente para el sector educativo, por lo que no hay clases en ninguno de los niveles, aunque no se trata de un asueto a nivel nacional.
Con su visión de la educación como motor de desarrollo, Domingo Faustino Sarmiento marcó un antes y un después en la historia del país y consolidó un legado que aún hoy se mantiene vigente.