Tras semanas de intensas lluvias, el interior bonaerense enfrenta nuevamente un escenario crítico: campos anegados, caminos intransitables y pueblos aislados. Según la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), ya son más de 3 millones de hectáreas improductivas por el exceso de agua o la falta de piso para la maquinaria, de las cuales 2 millones permanecen directamente inundadas.
La situación es particularmente grave en la Cuenca del Salado, donde distritos como 9 de Julio, Lincoln, Bolívar y 25 de Mayo superan las 130.000 hectáreas bajo agua cada uno, mientras que en el centro provincial se contabilizan otras 500.000 hectáreas comprometidas. La entidad ruralista advierte que la crisis no es nueva ni imprevisible, y que pese a los reiterados reclamos, las pérdidas se profundizan afectando tanto a la producción como a la vida diaria de miles de familias rurales.
Carbap responsabilizó a la falta de obras hídricas y a la ausencia de políticas públicas efectivas. Señaló que las inundaciones dejaron de ser un imponderable climático para convertirse en la consecuencia de la desidia estatal. El impacto no solo se mide en hectáreas improductivas: hay parajes donde los niños no llegan a la escuela, las ambulancias no pueden ingresar y la producción láctea queda varada, configurando un panorama social y económico alarmante.