Empezó como la lógica argumentaba, Alemania dominante, aunque sin lograr penetrar la sólida defensa asiática, hasta que pasada la media hora de juego Joshua Kimmich en tres cuartos de cancha metió una asistencia deluxe para quien venía siendo la figura de la cancha, David Raum, entró al área y el arquero nipón Shuichi Gonda se lo llevó puesto.
Se hizo cargo Gundogan desde los 11 pasos y el jugador del Manchester City no falló.
El partido siguió su cause lógico, hasta que los cambios que gestionó Hajime Moriyasu, DT de Japón, empezaron a surtir el efecto buscado, con la selección asiática empezando a generar el juego que buscaban, y a los 75 minutos, el recién ingresado Ritsu Doan capturó el rebote que dió Neuer a un disparo de Minamino y el número 8 simplemente la tuvo que empujar para empatar el encuentro.
Los dirigidos por Hans Flick no pudieron reponerse del golpe anímico que significo el empate y Japón siguió buscando e intentando la hazaña que significaría derrotar a Alemania en un mundial.
Minuto 83, tiro libre en propio campo asiático que parecía totalmente intrascendente, lo jugó muy bien Yoshida que lo puso a correr mano a mano a Asano (que había ingresado hacía menos de media hora) y le ganó la espalda a Schlotterbeck, le aguantó la posición y lo fusiló a Neuer.
Si, Japón le daba vuelta un partido a una selección de la talla de Alemania, tetracampeona del mundo, consiguiendo la hazaña en menos de diez minutos y con goles de jugadores que habían ingresado como recambio. Gran mérito de Moriyasu, para sacarse el sombrero.