

Robert Prevost fue elegido este jueves 8 de mayo como nuevo Papa de la Iglesia Católica y eligió el nombre de León XIV. Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, en su primer discurso ante miles de fieles reunidos en la Plaza, recordó a su antecesor, el papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril.
“Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente del papa Francisco que bendecía a Roma”, dijo el flamante pontífice. Y agregó:
“El papa que bendecía a Roma y daba su bendición al mundo entero esa mañana del día de Pascua. Permítanme darle continuidad a esa misma bendición: que Dios nos quiere mucho, Dios nos ama a todos. El mal no prevalecerá”.
En un mensaje cargado de simbolismo, León XIV hizo un llamado a la unidad y la esperanza: “Estamos todos en las manos de Dios, por lo tanto, sin miedo, unidos, mano a mano con Dios y entre nosotros vayamos adelante. Seamos discípulos de Cristo, Él nos precede. El mundo necesita de su luz, la humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzado por su amor”.
Antes de cerrar su mensaje, tuvo unas palabras personales: “Gracias al papa Francisco”, expresó. Luego, cambió al español para saludar especialmente a “mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú”, país donde vivió y trabajó como obispo misionero.
Prevost, quien se desempeñaba hasta ahora como prefecto del Dicasterio para los Obispos, mantuvo una estrecha relación con Jorge Bergoglio durante los últimos años. Se pudo saber que el vínculo entre ambos comenzó cuando el argentino era arzobispo de Buenos Aires y Prevost era prior general de los agustinos. Compartieron tanto encuentros informales como instancias institucionales que fueron forjando una relación de mutua confianza.
A lo largo de sus años en Roma, el nuevo Papa siempre destacó la autenticidad, la humildad y la profunda espiritualidad de Francisco. Admiraba su compromiso con los más pobres, su mirada pastoral y su insistencia en una Iglesia que camina junto a los más vulnerables.
Uno de los momentos que más lo marcó fue el viaje de Francisco a Perú, donde mostró una particular cercanía con el pueblo y los líderes locales. También recordó con especial afecto la misa inaugural del pontificado de Francisco, en 2013, donde ambos compartieron una conversación privada que sería la primera de muchas.
"Me pregunté si se habría acordado de mí y cuando llegó y entró en la sacristía, al verme, me reconoció inmediatamente y empezamos a hablar. Como mi mandato llegaba a su fin ese mismo año, pensamos en invitar al Santo Padre a presidir, el 28 de agosto, la misa de apertura del Capítulo General y para sorpresa de todos aceptó" recordaba Pevost a los medios luego del fallecimiento de Francisco.
Poco más de un año después, el 3 de noviembre de 2014, Francisco nombró a Prevost administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo (Perú) y, posteriormente, obispo.
El nuevo Papa no solo hereda la misión de guiar a la Iglesia en un tiempo de grandes desafíos, sino también el legado espiritual de un pontífice que transformó la iglesa y marcó un nuevo camino en la historia.